El reloj robado de Linares

Cuentan algunas personas de Linares que el reloj que estuvo en la torre-campanario de Catedral hasta el pasado 15 de junio era robado, literalmente, pues no estaba destinado para esa ciudad.

Hace muchos años, la feligresía linarense aportó sus bilimbiques para comprar un reloj que engalanara la única torre de la iglesia. Sin pasarse de manirrotos, todos cooperaron y apenas reunieron lo necesario para adquirir un reloj de una sola carátula, poco suntuoso, pero eso era mejor que nada. Dicho reloj llegaría de Estados Unidos, en el tren de Laredo a Tampico.

Con bombo y platillo, se llegó la fecha programada. El tren de Laredo pasaría por Linares a la hora de costumbre; es decir, tarde como siempre. Sin embargo, alguien se enteró que en el tren proveniente de Tampico venía un reloj. Esa persona avisó a las autoridades linarenses y aunque éstas sabían que el suyo venía desde otro destino, de todas maneras formaron un comité que de inmediato fue a la estación con la esperanza de que hubiera un error. Y lo hubo, o hicieron que hubiera.

Por extraño que parezca, ese día el tren llegó a tiempo y, en efecto, traía un embalaje muy grande. La comisión linarense, entre dimes y diretes con el jefe de estación, arguyendo errores en el destinatario, pues “seguramente en Tampico se equivocaron al poner en la etiqueta Lampazos en vez de Linares”, casi a la fuerza, si no es que a punta de pistola o con una buena “mordida”, bajó el embalaje para llevárselo al centro. Como en pueblo chico el chisme corre pronto, cuando la comitiva y el reloj llegaron al atrio de Catedral, ya estaban todos los habitantes reunidos y la banda de música tocaba alegremente. Con gran jolgorio abrieron la enorme caja y a todos se les hizo extraño que el relojito que habían comprado era en verdad un reloj muy impresionante, de cuatro carátulas y otra adicional que serviría para que el relojero lo ajustara cuando fuese necesario. Todo mundo se sorprendió muchísimo por la calidad del mismo, pues a nadie se le hubiera ocurrido en su más aventurada fantasía que con tan poquito dinero se pudiera adquirir un reloj tan fino. Aunque todos intuyeron que debía existir un error, los del comité se encargaron de hacer correr el rumor de que se trataba de un regalo enviado del cielo.

Los obreros, que para entonces ya habían abierto un boquete en el lado poniente de la torre para dar cabida a la única carátula del reloj adquirido, se vieron obligados a expandirla y, además, abrir tres orificios más para que las cuatro carátulas se vieran desde los cuatro costados del campanario. Una vez terminado este trabajo, mientras la fiesta continuaba, colocaron el reloj en la torre.

Fue así como por muchas décadas Linares tuvo un reloj ajeno, disfrutó el sonido de las campanas que marcaban la hora y los cuartos de hora y muchas de sus generaciones vivieron con el tic-tac de un tiempo que no les correspondía.

Material publicado originalmente por Homero Adame

Raíces

En un lugar llamado Raíces vivieron los habitantes del ayer, quienes, en una larga pared rocosa, dejaron escrito su paso por el mundo en forma de círculos, de espirales y otros pictogramas. Aparte de esos petrograbados, el lugar no tenía nada de raro a primera vista, pero en la noche, justo a la hora del crepúsculo, las piedras que se encuentran esparcidas por doquier en las lomas, al otro lado del arroyo, empezaban a despertar. Se veían sombras moverse y se oían voces y música de la prehistoria. Esas piedras despertaban de su sueño; en ellas vivían las conciencias de los antiguos. Sabemos que toda esa gente amó tanto a su tierra que, antes de morir, le pidieron a Dios que les permitiera quedarse ahí por toda la eternidad, y Dios les concedió el deseo. Por eso cada noche aquellos espíritus volvían a la vida para recorrer la tierra que tanto amaban.

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Toda persona que por azar miraba o se encontraba con esas sombras de la oscuridad, se asustaba tanto que juraba no volver por ahí nunca más. Unos decían que esas manifestaciones eran el Diablo mismo, otros afirmaban que había un tesoro enterrado, pero nadie se atrevió a escarbar jamás.
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La paz de esos antiguos habitantes se vio turbada allá por los años 40, cuando don Pablo Salce, el poeta-historiador de Linares, se dio a la tarea de recolectar las rocas con grabados para transportarlas a un futuro museo que él mismo proyectó. Mucha gente empezó a ir y venir por esos lugares, siempre en busca de las piedras que mostraran signos, dibujos o inscripciones. Se llevaron las que pudieron arrancar de la tierra, dejando sólo aquellas de la larga pared. Así fue como las ánimas del ayer perdieron sus puntos de referencia y desde entonces dejaron de manifestarse por las noches.
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Con el transcurso de los años ese terreno cambió de dueños varias veces y en la actualidad hay grandes pastizales para alimentar el ganado. Las personas que allá viven nunca hablan de ruidos o visiones: el lugar es ahora un rancho más de la vasta región semi árida de México, pero con la única diferencia que aún se conservan algunos de los petroglifos, como mudos testigos de un pasado enigmático e inexorable Esta leyenda, escuchada en el municipio de Linares, N.L., se publicó originalmente en el libro Mitos, cuentos y leyendas regionales – tradición oral de Nuevo León. Ediciones Castillo, 1998. Monterrey, México. Y después, en el de Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León. Editorial Font, 2005. Monterrey, México; revisado y editado por Déborah Chenillo, con diseño de Beatriz Gaytán.

El diablo de la Hacienda de Guadalupe

Narración de Fabiola López (Linares, Nuevo León. México)

En la ciudad de Linares, Nuevo León, existe una construcción que fue hace mucho tiempo una hacienda enorme llamada “Hacienda de Guadalupe” y que ahora es la “Facultad de Ciencias de la Tierra” , siempre se han rumorado cantidad de cosas de ella sobre ella, la primera es que su nombre provenía de la tradición de que cada hacienda tenía su capilla y esta tenía la Virgen de Guadalupe muy venerada aquí en México, y la cual no se conservó en él ya que al ser la facultad una institución que no impartía religión alguna se dice que fue vendida, otros que está oculta en la bodega de la institución, otros tantos que está en un museo e incluso que está enterrada en el patio, pero está desaparecida.

Un compañero de clase llevó un día una fotografía de la entrada a la facultad, que es bastante linda y -recordé una vez que fui por la tarde con mis padres a felicitar a una pareja que tenían una semana de casados (vivían muy cerca del lugar) y ya imaginarán, yo como era pequeña pedí permiso de salir a caminar, así que fui a la entrada de la facultad ya que es grande con jardines y un patio, lo único que hice fue sentarme en una de las banquetas y ver el cielo, y contemplar el bonito lugar al caer el sol, y que por cierto no había nadie, cuando volteé a ver la puerta principal vi a un hombre vestido de militar al cual no le tomé mucha importancia ya que desapareció y cuando traté de verlo por otro lugar nunca lo encontré y después de un rato volví a donde estaban mis padres-; la cosa es que estaba platicando con mi compañero y pregunté que por qué tenía esa foto. Él me contó que a uno de sus amigos le platicó su novia queen la entrada se aparecía un militar que hacía guardia y que hace mucho tiempo en la época revolucionaria había sido una especie de escondite militar. Curiosamente lo que él me platicó concordó con mi historia que para nada había contado.

Otro día mucho anterior a este mientras descansaba con mi amiga Angélica del estudio para un examen le pregunté si su hermano ya había terminado sus exámenes en esa facultad a lo que ella respondió que sí, luego nos dirigimos a almorzar y la noté un tanto callada. Cuando le iba a preguntar la razón ella me dijo: 
– Fabiola, mi hermano me hace pensar en cosas extrañas, él dice que ya no quiere ir a estudiar a la facu porque tiene que ir a la biblioteca y se acerca a una chimenea para calentarse en invierno, lo impresionante es que un día cuando se dirigía allí estaba sentado un niño chiquito blanco con ropa muy antigua y que estiraba las fibras de la alfombra, y que nunca más lo vio ni tampoco que alguien se lo hubiera llevado.

Sólo le dije que tal vez trataba de asustarla y que no le tomara importancia, que si quería estudiar en esa facultad no tenía por qué tener miedo ya que cuando tu sueño es estudiar esa carrera nada se puede interponer.

Lo más interesante y que aún me tiene impresionada fue un día que estaba con varios amigos que contaban que a espaldas de la ex-hacienda a unos cuantos kilómetros donde está un pequeño acueducto que más bien parece una barda alta hay un tesoro enterrado y que tal sitio estaba embrujado; decidimos ir seis chicos, una chica y yo. Al llegar bajaron los seis chicos y mi amiga, yo me quedé en la camioneta porque tenía un feo dolor de cabeza debido a que era muy tarde, así que estaba vigilando por si alguien venía y los observaba ya que hay un pozo no muy profundo donde se supone que está el tesoro y que no estaba muy lejos de la camioneta; después de unos minutos regresaron corriendo tres de los chicos, mi amiga y más tarde otros dos (Marcos y Luis) con Arturo desmayado. Todos estaban asustados y se preguntaban entre sí ¿lo viste?, ¿lo escuchaste? , yo preferí esperar para preguntar sobre lo sucedido así que el buen JM manejó de regreso hasta la carretera donde detuvo la camioneta porque Arturo acababa de despertar, y me pude sentar junto a Brenda que me dijo así:

– Mira Faby, bajamos de la camioneta y caminamos tras de Arturo hasta llegar al pozo, éste empezó a cavar con una lámina que llevaba en la mano, entonces apareció del lado derecho un perro ‘Rood Guilder’ (no sé cómo se escribe el nombre de esa raza de perro) negro con espuma en la boca era en verdad grande casi del tamaño de una vaca y se puso a ver a Arturo, nosotros no quedamos impresionados al verlo; entonces le dijimos…

-Wey, mira! 
Arturo -¿Qué, que quieren? 
-Wey, mira eso, míralo! 
Arturo- Ya Weyes!, no estén jugando! 
-Turo… 
Arturo-¿Qué? 
-Voltea para allá 
Arturo-(volteó a la izquierda) no estén molestando, no hay nada allí 
-No, al otro lado 
Arturo volteó entonces a la derecha y al ver este animal se puso de pie con cara de confundido.

Entonces se escuchó la voz del ‘perro’ (pero no movía la boca, sólo nos miraba, creo que era telepatía o algo así) que decía – ¿Qué haces?, ¿Crees que vas a sacar todo lo que hay aquí?, no, ni tú ni todos esos que vienen contigo pueden sacarlo, ¿Sabes?, todo eso puede ser tuyo, yo te lo puedo dar. 
Arturo-Dámelo entonces 
Perro-Te doy un cofre lleno si tú me entregas ahorita a uno de tus amigos, o después traes a alguien, tiene que ser un hombre, un cofre por un hombre. 
Arturo-¿Quién eres tú? ¿Por qué quieres hombres? 
Perro- Tú sabes quién soy, ya estás grandecito, ése que piensas; ese soy yo. Necesito las almas de los hombres.

(Brenda mencionó que ella pensaba que el perro era el demonio) Entonces Arturo cayó desmayado, todos corrieron y cuando Luis le preguntó a Marcos dónde estaba Arturo ambos regresaron al lugar donde aún estaba el perro viéndolos en forma de burla y se reía, ellos sólo lo estiraron de los brazos y más delante lo cargaron (Brenda volteaba constantemente para verificar que todo estuviera bien).

Esa noche ya no comentamos nada, después de una semana me di cuenta que Luis, cuando cerraba los ojos escuchaba ladridos y no podía dormir de noche, Marcos escuchaba que el perro le hablaba y le decía que el resto de su vida lo iba a acompañar, que ya no se iba a librar de él, por último Arturo está algo mal ya que sólo ve un perro y le da pánico, dice que lo escucha hablar, regresa a su casa y come azúcar a cucharadas ‘para que se le quite el susto’.

Marcos, con la desesperación de escuchar las voz fue con sus dos mejores amigos al mismo lugar, donde llamó e insultó a este extraño ente para enfrentarse a él junto a sus miedos, pero el dichoso animal no se vio por ninguna parte; sus amigos sólo le dijeron que si era el Diablo, no respondería a su llamado, sino que tenía que ir varios días hasta que al demonio le diera la gana aparecérsele.

El hijo desobediente

Se cuenta que en el municipio de Linares, Nuevo León, no hace mucho tiempo vivía una anciana con su hijo en una casa humilde en las afueras de dicho municipio. Mientras que la anciana se la pasaba todos los días lavando ropa ajena para obtener unos cuantos pesos (dinero mexicano) para poder comer, su hijo se la pasaba de borracho en la cantina (bar), malgastando el dinero que su madre se había ganado lavando ropa ajena. 

El muchacho ingrato, las veces que su madre no le daba para “el trago”, la golpeaba y la maltrataba, en ocasiones hasta dejarla inconsciente. Pero este sufrimiento tendría su fin muy pronto. 

Cierto día, un Viernes Santo para ser más exactos, su madre le pidió al ingrato que en vez de ir a la cantina o bar fuera a la iglesia a pedirle perdón a Dios por todos los males que había cometido; pero éste, encolerizado golpeó a su madre, y después la sacó de la casa, y se la llevó arrastrandola de los cabellos a la pobre mujer hasta un terreno baldio. La dejó tirada, cuando repentinamente se abre la tierra y se traga al muchacho, inútilmente pide ayuda, porque no es auxiliado por nadie, y ante la mirada de su madre y de vecinos curiosos que acudieron al lugar, observaron cómo el joven se hundía entre las arenas rápidamente, acto seguido la tierra se vuelve a cerrar. 

Se dice que lo que pasó fue que los demonios se llevaron al muchacho al infierno, especialmente ese día porque es cuando Cristo nuestro Señor se entrega por nosotros muriendo en la cruz, decidiendo tal vez acabar con el sufrimiento de esa pobre mujer que le propiciaba su propio hijo. 




Narrado por: Adrian (Monterrey, Nuevo Leon, México)
Investigación y Trascripcion hecha por: Blackray