Narración de Fabiola López (Linares,
Nuevo León. México)
En
la ciudad de Linares, Nuevo León, existe una construcción que fue hace mucho tiempo una hacienda enorme llamada
“Hacienda de Guadalupe” y que ahora es la “Facultad de Ciencias de la Tierra” , siempre se han rumorado cantidad de
cosas de ella sobre ella, la primera es que su nombre provenía de la tradición
de que cada hacienda tenía su capilla y esta tenía la Virgen de Guadalupe muy
venerada aquí en México, y la cual no se conservó en él ya que al ser la
facultad una institución que no impartía religión alguna se dice que fue
vendida, otros que está oculta en la bodega de la institución, otros tantos que
está en un museo e incluso que está enterrada en el patio, pero está
desaparecida.
Un
compañero de clase llevó un día una fotografía de la entrada a la facultad, que
es bastante linda y -recordé una vez que fui por la tarde con mis padres a
felicitar a una pareja que tenían una semana de casados (vivían muy cerca del
lugar) y ya imaginarán, yo como era pequeña pedí permiso de salir a caminar, así
que fui a la entrada de la facultad ya que es grande con jardines y un patio,
lo único que hice fue sentarme en una de las banquetas y ver el cielo, y
contemplar el bonito lugar al caer el sol, y que por cierto no había nadie,
cuando volteé a ver la puerta principal vi a un hombre vestido de militar al cual no le tomé mucha importancia
ya que desapareció y cuando traté de verlo por otro lugar nunca lo encontré y
después de un rato volví a donde estaban mis padres-; la cosa es que estaba
platicando con mi compañero y pregunté que por qué tenía esa foto. Él me contó
que a uno de sus amigos le platicó su novia queen la entrada se aparecía un militar que hacía guardia y que hace mucho tiempo en la época
revolucionaria había sido una especie de escondite militar. Curiosamente lo que
él me platicó concordó con mi historia que para nada había contado.
Otro
día mucho anterior a este mientras descansaba con mi amiga Angélica del estudio
para un examen le pregunté si su hermano ya había terminado sus exámenes en esa
facultad a lo que ella respondió que sí, luego nos dirigimos a almorzar y la
noté un tanto callada. Cuando le iba a preguntar la razón ella me dijo:
– Fabiola, mi hermano me hace pensar en cosas extrañas, él dice que ya no
quiere ir a estudiar a la facu porque tiene que ir a la biblioteca y se acerca
a una chimenea para calentarse en invierno, lo impresionante es que un día
cuando se dirigía allí estaba sentado un niño chiquito blanco
con ropa muy antigua y
que estiraba las fibras de la alfombra, y que nunca más lo vio ni tampoco que
alguien se lo hubiera llevado.
Sólo
le dije que tal vez trataba de asustarla y que no le tomara importancia, que si
quería estudiar en esa facultad no tenía por qué tener miedo ya que cuando tu
sueño es estudiar esa carrera nada se puede interponer.
Lo
más interesante y que aún me tiene impresionada fue un día que estaba con
varios amigos que contaban que a espaldas de la ex-hacienda a unos cuantos
kilómetros donde está un pequeño acueducto que más bien parece una barda alta
hay un tesoro enterrado y que tal sitio estaba embrujado; decidimos ir seis
chicos, una chica y yo. Al llegar bajaron los seis chicos y mi amiga, yo me
quedé en la camioneta porque tenía un feo dolor de cabeza debido a que era muy
tarde, así que estaba vigilando por si alguien venía y los observaba ya que hay
un pozo no muy profundo donde se supone que está el tesoro y que no estaba muy
lejos de la camioneta; después de unos minutos regresaron corriendo tres de los
chicos, mi amiga y más tarde otros dos (Marcos y Luis) con Arturo desmayado.
Todos estaban asustados y se preguntaban entre sí ¿lo viste?, ¿lo escuchaste? ,
yo preferí esperar para preguntar sobre lo sucedido así que el buen JM manejó
de regreso hasta la carretera donde detuvo la camioneta porque Arturo acababa
de despertar, y me pude sentar junto a Brenda que me dijo así:
–
Mira Faby, bajamos de la camioneta y caminamos tras de Arturo hasta llegar al
pozo, éste empezó a cavar con una lámina que llevaba en la mano, entonces
apareció del lado derecho un perro ‘Rood Guilder’ (no sé cómo se escribe el
nombre de esa raza de perro) negro con espuma en la boca era en verdad grande
casi del tamaño de una vaca y se puso a ver a Arturo, nosotros no quedamos
impresionados al verlo; entonces le dijimos…
-Wey,
mira!
Arturo -¿Qué, que quieren?
-Wey, mira eso, míralo!
Arturo- Ya Weyes!, no estén jugando!
-Turo…
Arturo-¿Qué?
-Voltea para allá
Arturo-(volteó a la izquierda) no estén molestando, no hay nada allí
-No, al otro lado
Arturo volteó entonces a la derecha y al ver este animal se puso de pie con
cara de confundido.
Entonces
se escuchó la voz del ‘perro’ (pero no movía la boca, sólo nos miraba, creo que
era telepatía o algo así) que decía – ¿Qué haces?, ¿Crees que vas a sacar todo lo
que hay aquí?, no, ni tú ni todos esos que vienen contigo pueden sacarlo,
¿Sabes?, todo eso puede ser tuyo, yo te lo puedo dar.
Arturo-Dámelo entonces
Perro-Te doy un cofre lleno si tú me entregas ahorita a uno de tus amigos, o
después traes a alguien, tiene que ser un hombre, un cofre por un hombre.
Arturo-¿Quién eres tú? ¿Por qué quieres hombres?
Perro- Tú sabes quién soy, ya estás grandecito, ése que piensas; ese soy yo.
Necesito las almas de los hombres.
(Brenda
mencionó que ella pensaba que el perro era el demonio) Entonces Arturo cayó desmayado,
todos corrieron y cuando Luis le preguntó a Marcos dónde estaba Arturo ambos
regresaron al lugar donde aún estaba el perro viéndolos en forma de burla y se
reía, ellos sólo lo estiraron de los brazos y más delante lo cargaron (Brenda
volteaba constantemente para verificar que todo estuviera bien).
Esa
noche ya no comentamos nada, después de una semana me di cuenta que Luis,
cuando cerraba los ojos escuchaba ladridos y no podía dormir de noche, Marcos
escuchaba que el perro le hablaba y le decía que el resto de su vida lo iba a
acompañar, que ya no se iba a librar de él, por último Arturo está algo mal ya
que sólo ve un perro y le da pánico, dice que lo escucha hablar, regresa a su
casa y come azúcar a cucharadas ‘para que se le quite el susto’.
Marcos,
con la desesperación de escuchar las voz fue con sus dos mejores amigos al
mismo lugar, donde llamó e insultó a este extraño ente para enfrentarse a él
junto a sus miedos, pero el dichoso animal no se vio por ninguna parte; sus
amigos sólo le dijeron que si era el Diablo, no respondería a su llamado, sino
que tenía que ir varios días hasta que al demonio le diera la gana
aparecérsele.